De pronto un día la curiosidad me llevo por un camino
disque equivocado
apenas era un joven lleno
mitos como perro adiestrado pa’ cumplir cualquier misión
mis pasos parecían relinchar como cabalgada de callo
adentro en mi conciencia
los miedos se plegaban en firme desespero como huyendo de
las pesadumbres.
Las puertas estaban abiertas la situación era como una
circunstancia cualquiera
muy adentro mi ignorancia decía que el infierno es la ramera
espere encontrar individuos diferentes a todas las de mi
especie,
pero de pronto mi cuerpo se congelaba y la respiración se
contraía
nada era distinto, sentí como si estuviera con los proles de mi
jauría
parecía que veía a
mi novia, solo que; bella sexy libre y revolucionaria...
Tan solo con sus ojos el coqueteo le hacía tan profundo
que cautivaba a cualquier
audaz por más soberbio que este fuere
apenas atinaba a bajar la mirada perdida y quedarme estático en mi silencio
sentir el palpitar del corazón acelerado aferrando a la inocencia;
pero el reloj seguía circunvalando y de poco me iba
serenando…
Se me acercó una cortesana con un aroma penetrante,
balbuceando sus escuálidos
labios me invito a su tablero,
quien creería que a la ramera, ese día; no le apetecía revolcarse
tan solo
quería un amigo pa’ gritar su impotencia
de ser objeto
reivindicar y con justa razón, que también tiene sentimientos,
que ama con decencia,
aunque los demás rumien de su inmundicia,
que en su alma le pesaba la cruz de la injusticia
que le asechaba la soledad de madre, esposa e hija
que se revolcaba sin voluntad y con quien
jamás ella hubiere preferido
nada más era la sucia
pobreza que le conspiraba a vivir discriminada
donde abunda la ignorancia, el dogma, la hipocresía.
Detrás de aquellos blandos labios, ojos brillantes
cabello aterciopelado
había una mujer sensible, sutil; con su probidad inmune.
Entonces
comprendí, que nos revolcamos disímiles
veces y con cualquiera
Pero como no se ostenta el título de vulgar ramera
se siente pulcro aunque ya la misma satisfacción se sienta empalaga
aunque; aún tengamos en nuestro olfato el aroma de cada velada
Con un suspiro, ya cansada y con su aliento a brisas
Grito… como mofándose de la auto moral del probo.
¡Más ramera es la que como gaviota lira de lago en lago!.
¡La que jamás ha
sentido las tablas duras de un
cabaret rancio,
pero esta afuera con anzuelo pa’ apresar al pez más
orondo
y disfrutar a cada instante, en bendito nombre del “amor profundo”.!
Al final de su vida se olvidará la honestidad que falseo
Se habrá revolcado
con cada hombre que supuestamente amo
Quizá sus arrugas
sean el reflejo de cada mortal que
saboreo
Pero siempre la ramera… será quien de frente se acueste a
montón
Y la digna seguirá siendo lo que jamás sabrás…
pero se revolcó
hasta con Dios…(!)
Literatura Protegida
Flavio Bautista Soto